Pedro

Una de las estafas más sutiles y engañosas en el ámbito financiero es la que se presenta con el mensaje: «Si usted no gana, no le cobramos nada. Sólo ganamos si usted gana». A primera vista, esta propuesta genera confianza: el supuesto asesor o gestor parece compartir el riesgo con el cliente, cuando en realidad no arriesga absolutamente nada. Lo que ocurre en realidad es que el organizador reúne dinero de varios participantes y divide ese capital en dos grupos: con la mitad apuesta a que un activo subirá (posición larga), y con la otra mitad apuesta a que bajará (posición corta).

Al cabo de un periodo determinado, uno de los dos grupos inevitablemente pierde, mientras que el otro gana, porque el mercado sólo puede moverse en una dirección. A los clientes del grupo ganador se les presenta la operación como un éxito de la estrategia, y se les cobra una comisión por los beneficios obtenidos. A los del grupo perdedor, en cambio, se les ignora, se les da por descartados o se les intenta captar de nuevo con otro argumento. El organizador siempre gana: cobra a los que aciertan y no asume ninguna pérdida con los que fallan, ya que no pone en juego dinero propio.

Este tipo de operación no se basa en conocimientos financieros ni en análisis del mercado. Es simplemente una manipulación matemática en la que las ganancias de unos provienen directamente de las pérdidas de otros, menos la comisión que se queda el organizador. No hay inversión real, ni estrategia, ni gestión profesional. El supuesto «riesgo compartido» es sólo un artificio. Además, esta dinámica puede repetirse varias veces, con nuevos participantes o con los mismos, para mantener la ilusión de éxito entre el grupo que ha tenido resultados positivos. En esencia, se trata de una variante encubierta de la estafa piramidal: el dinero circula, pero sólo hay un ganador claro y constante, que es quien dirige la supuesta «inversión».